Fotografía Terapéutica para Aliviar el Trauma
Es un placer para mí, abrir espacios de bienestar y cuidado a través de la imagen y el sonido. El trauma deja cicatrices invisibles que pueden limitar nuestra capacidad de conectarnos con nosotros mismos y con el mundo. Muchas veces, las palabras no son suficientes para expresar lo que sentimos o para procesar lo que hemos vivido.
El arte, y en particular la fotografía, es una herramienta poderosa para la sanación del mismo…
La fotografía es una herramienta lúcida que me ayuda a concretar ideas... Y el autoconocimiento me brinda la oportunidad de validar en el momento presente mis emociones pasadas o futuras… De esta forma ambas me ayudan a leer cómo me encuentro ahora mismo y a comunicarlo, si eso deseo, de forma acertada y consciente.
Superar un trauma no significa borrar lo vivido, sino integrarlo de manera que nos permita avanzar. A través de la imagen podemos empezar a construir una nueva narrativa: una donde el dolor no define nuestra identidad, sino que se convierte en un testimonio de nuestra capacidad para sanar, crear y reconstruirnos.
La fotografía terapéutica no requiere conocimientos técnicos ni un equipo profesional; su propósito no es crear imágenes perfectas, sino abrir un espacio de reflexión y autoconexión. A través de esta práctica, podemos explorar nuestras emociones, reconstruir nuestra narrativa personal y recuperar una sensación de control sobre nuestra historia.
Al capturar imágenes, ya sea de nosotros mismos o de nuestro entorno, empezamos a dar forma a cómo vemos el mundo y cómo nos vemos en él. Este proceso puede ayudarnos a expresar emociones difíciles, a identificar patrones internos, o incluso a reencuadrar momentos dolorosos desde una perspectiva nueva. Por ejemplo, una fotografía puede simbolizar algo que queremos soltar, algo que queremos proteger o un recordatorio de nuestra capacidad para sanar.
La fotografía terapéutica es particularmente útil para quienes han atravesado traumas, ya que puede ser menos intimidante que abordar directamente el dolor a través de palabras. Nos da un lenguaje visual para explorar nuestra experiencia, permitiendo que emerjan sentimientos que a menudo están bloqueados o reprimidos.