Artista Visual

Statement

“Explorando la Identidad a Través del Cuerpo, la Naturaleza y la Espiritualidad: Un Diálogo Terapéutico en el Arte”.

El resultado de mis  obras además de su carácter pictórico, se plantean como unión entre diferentes dimensiones de interdependencia entre una y otra …  Las imágenes son testimonios de esos procesos de búsqueda y transformación, son transparentes, armoniosas y únicas… documentan visiones y sensaciones a nivel físico,  psíquico y espiritual…

Mi trabajo actual se erige como el resultado de una profunda exploración del cuerpo en su relación con la identidad y las prácticas espirituales como eje central.

La figura humana, más que un mero contenedor físico, se revela como el depositario de memorias y emociones, registros impregnados a lo largo de nuestras experiencias físicas y emocionales. Llegar a este punto de comprensión ha implicado un viaje que integra el movimiento, la expresión corporal, la disciplina musical, elementos de la naturaleza, (especialmente el agua), espacio, objetos etc, gestando un proceso de fotografía experimental.

Este tejido multidisciplinario se ha convertido en un ejercicio terapéutico implícito y cohesivo, revelándome un espacio donde la acción y la expresión convergen para crear un diálogo íntimo con mi propia identidad y la colectiva. En este cruce de caminos, lo terapéutico y lo espiritual se erigen como componentes fundamentales de mi obra. La combinación del performance, fotografía y la puesta en escena de forma analógica y las interferencias de materiales, configuran unas narrativas y estéticas visuales cuasi oníricas, que apuntan a una  especie de síntesis digital o imagen pictórica que, en realidad, es la consolidación de un proceso performativo donde interactúan fotógrafa, retratado, espacio, cuerpo, música, objetos, espiritualidad y emociones.

La obra no es simplemente el resultado visual de un proceso; es una manifestación consciente y reflexiva de una voluntad claramente pactada, de una serie de líneas de profundización a partir los 4 elementos, subrayando el sustrato profundo de carácter metafísico y espiritual, que subyace a las formas de habitar de manera consciente el cuerpo y, con él, el mundo. 

Los elementos naturales no son solo accesorios externos, son parte de mi cuerpo, puntos de fuga que me conducen hacia una espiritualidad que me guía en el autoconocimiento y en el reconocimiento continuo de lo que me rodea. En cada movimiento, en cada sonido, en cada reflejo acuático, encuentro la clave para (re)conocerme mejor y desvelar la riqueza que se oculta en los intersticios del inconsciente. 

Mi disciplina se erige sobre la base de la vivencia espiritual individual y colectiva, convergiendo con la biografía humana y contribuyendo al crecimiento de la consciencia colectiva.

En este camino, se despierta la consciencia de ser canal, de recibir la sabiduría de guías, seres de luz, ángeles y ancestros. El flujo de información que se convierte en una danza activa, entrelazando nuestra realidad con los campos mórficos. Experimentar con los lenguajes etéricos que nos sumerge en la esencia misma del universo: La Luz.

Esta luz que es vibración y frecuencia cargada de información, se descompone en colores y rayos luminosos que articulan frecuencias, vibración y energía.

Mi trabajo se convierte en una danza de iluminación y color, abriendo un espacio de diálogo vivencial a través de experiencias sensitivas, auditivas y visuales. Los conceptos y estados sanadores que presento permiten a quienes se sumergen en ellos adquirir nuevos códigos cargados de información valiosa. Es a través del arte que facilito la transmisión de estados vibratorios elevados, y una experiencia que impacta positivamente tanto en el bienestar espiritual como físico.

Cada imagen que presento no es solo un reflejo, sino una realidad que genera un estado vibracional elevado... Nos encontramos ante una obra que al exponernos a ella, nos invita a crear un estado energético único… El universo nos habla a través de estas frecuencias, una transmisión activa que requiere ser vista, vivida, oída y, sobre todo, sentida en lo más profundo de nuestro ser.

En esta vivencia, nos encontramos ante la habilidad colectiva para transformar lo obsoleto y superfluo. Los códigos lumínicos intrínsecos en la obra nos instan a disolver la densidad que envuelve a la humanidad. Es el momento de liberarnos de las limitaciones que constriñen y obstruyen nuestro estado inicial de bienestar, posibilitando que la vibración colectiva alcance su máximo esplendor y resuene en la elevación tanto espiritual como física que anhelamos.